MES DE LA MEMORIA EN LA UNGS.

 

Entre mediados de marzo y mediados de abril, múltiples voces y expresiones se encontraron en un nutrido programa de actividades con el que la UNGS insistió en la necesidad de sostener las banderas de la memoria, la verdad y la justicia. A través de dispositivos visuales, fotos, teatro y música, abuelas, Hijos e Hijas, exdetenidos, exhijas de genocidas y jóvenes artistas, estudiosos y militantes invitaron a reflexionar sobre la dictadura cívico militar y sus formas de presencia entre nosotros. Las sociólogas María Pia López, directora del Centro Cultural de la Universidad, y Mariana Luzzi, investigadora docente del Instituto de Ciencias, escriben para Noticias UNGS acerca de esta intensa y movilizadora serie de encuentros, ideados por la Universidad para mantener viva la historia y repensar la actualidad.

 

El pacto fundamental de la democracia argentina, en 1983, fue la condena al terrorismo de Estado. Los movimientos de derechos humanos fueron centrales en el fin de la dictadura e impregnaron la vida política. Ese pacto, con altibajos, estuvo en las políticas de juicio y castigo, y en su reanudación. También en la construcción de sitios de memoria allí donde habían funcionado centros clandestinos de detención, tortura y exterminio. A partir del 2003, se articuló ese pacto con un enunciado no menos central: el que señalaba que no se debía criminalizar la protesta social. La memoria fundaba, así, políticas del presente. El gobierno actual hizo esfuerzos varios para cambiar el sentido del Nunca más, para desplazar el no al terrorismo de Estado hacia el no a la corrupción. Al mismo tiempo, se encararon políticas de represión al conflicto social. La marcha del 24 de marzo volvió a ser multitudinaria, heteróclita, intergeneracional. Mostrando la singular apuesta de grandes sectores en el país, de sostener durante décadas el repudio social a la dictadura.

En este contexto, la Universidad Nacional de General Sarmiento, renueva sus compromisos con las políticas de memoria, verdad y justicia, y con la defensa de los derechos humanos contemporáneos, planteando una agenda de actividades e intervenciones. Esfuerzos para producir lo que Walter Benjamin llamaba la “cita entre generaciones”. Hacer el pasaje de una memoria histórica, narrar una experiencia, que resulte comprensible para quienes nacieron mucho después de ocurridos los hechos, pero en cuyas vidas, aunque no lo sepan, los acontecimientos siguen impactando. ¿Cómo se produce esa cita, cómo se traduce, cómo se aloja la diferencia de percepción generacional frente a hechos de esta magnitud? En las clases que damos todos los días algo de eso se juega. El desafío de invitar a los más jóvenes a que se acerquen críticamente a ciertos hechos o construyan un modo de heredar.

Las actividades desarrolladas en este año, en los alrededores del 24 de marzo, son muy distintas pero se encuentran en esa voluntad. Tramadas entre distintas áreas de la Universidad, implican el compromiso de docentes que invitan a las y los estudiantes, de trabajadores que imaginan y producen actividades. La muestra Imágenes en la Memoria, de Gerardo Dell Oro se inauguró ante un público juvenil, interesado y crítico, que cursa la materia Problemas socioeconómicos contemporáneos. Dell Oro narra varias historias, en el tejido de las imágenes que expone. La de su hermana Patricia, detenida desaparecida, la de su ausencia, la de su padre fotógrafo (porque esa mirada precisa y amorosa está recuperada), la de la hija de Patricia, Mariana, la del testigo Julio López que pudo decir en el juicio algo profundamente reparador para Patricia: que su madre le pidió al asesino que le perdone la vida para poder criar a su hija. Julio López desapareció a los dos días de declarar. Pero sus palabras quedaron. En Mariana. En nosotros. Como queda el temblor de su testimonio preciso y final, la delicada tenacidad de recordar todo, porque solo sobre esa memoria se puede fundar justicia.

¿Cómo se tramita la filiación cuando está atravesada por la tragedia y por el horror? ¿De quién se es hija o hijo? ¿Qué hacer con el dolor por esos padres y madres ausentes, asesinados por un poder ominoso? Y aún peor, ¿cómo afrontar el dilema de la herencia cuando el padre no es una víctima sino un victimario, cuando se trata de un genocida? El 10 de mayo de 2017, una multitud salió a las calles argentinas para repudiar el fallo de la Corte Suprema de Justicia. Entre esa marea de personas, estaban hijas e hijos de genocidas que repudiaron una decisión que podía liberar a sus progenitores. Hicieron pública una decisión ética fundamental: la de decir no al terrorismo de Estado en toda circunstancia. Invitamos a tres hijas que hicieron distintos procesos de desafiliación a conversar en la Universidad sobre el significado de romper ciertos lazos para fundar lo común. En su caso, la trama que las aloja en ese proceso tiene que ver con el movimiento de mujeres, con el esfuerzo de ese heterogéneo y vasto movimiento para volver a interpelar y retomar la cuestión de los derechos humanos, vinculando las rebeldías de hoy con las de ayer.

El programa Memoria y Territorio organizó una actividad, destinada a producir una conversación entre estudiantes de las escuelas medias de la zona y nietos recuperados y una abuela de Plaza de Mayo. El encuentro “Memorias en generaciones” muestra la potencia de las luchas por la memoria en Argentina. En cada nieto que conoce su origen, hay un triunfo colectivo sobre las políticas de exterminio. La dictadura quiso hacer tabla rasa con el país rebelde, heterogéneo, creador. Intentó destruir el tejido solidario y los modos vitales de la cooperación social, exterminando a los más activos. Al mismo tiempo, borrar las huellas de lo hecho, desaparecer los cuerpos, privar a sus hijos de la identidad, apropiarlos, destruir los lugares en los que los crímenes se consumaron.

Las políticas de memoria que lleva adelante la Universidad son distintas pero no contradictorias. En su marco, en 2015, por voto de los integrantes de la institución, se decidió financiar mediante el Presupuesto participativo, la creación de un dispositivo interactivo digital que permita la reconstrucción virtual del centro clandestino de detención, tortura y exterminio El campito. Participaron distintos investigadores y estudiantes en la investigación, recolección de datos, entrevistas, sistematización de la información. Una vez más, el testimonio de las y los sobrevivientes fue clave para reconstruir el espacio y el funcionamiento del campo de concentración.

Campo de Mayo fue uno de los centros con menos sobrevivientes. Pasaron por él alrededor de cinco mil personas y los que han podido prestar declaración han sido un puñado. Por eso la necesidad de señalizar los espacios que quedan (como el Hospital militar que funcionó como maternidad clandestina), construir recorridos de memoria, pero también desarrollar estos dispositivos que permiten el abordaje y la reflexión colectiva (Ver recuadro).

En la apertura de las sesiones legislativas, el presidente Macri anunció que se iba a convertir Campo de mayo en un parque nacional, para resguardar la extensión verde. En esa amplia zona hay escuela militar, hospital, escuela pública, casas, cárcel en la que están alojados noventa genocidas, y una enorme parte está destinada al CEAMSE, constituyendo el mayor basurero del área metropolitana. El tamaño es de un quinto de la ciudad de Buenos Aires y no pocos sueñan con un loteo que aumente las arcas del Estado. Uno de los bordes de Campo de mayo está a pocas cuadras de la Universidad. Y es objeto de preocupación y atención persistente de parte de distintos equipos de trabajo, de los institutos y del activismo. Por ello, se convocó a un conversatorio público para abordar el proyecto gubernamental desde la perspectiva de la memoria, la historia reciente, el urbanismo, la ecología. Producir, una vez más, el enlace entre el saber y el compromiso público con los asuntos colectivos.

Nadiezhda Mandelstam, luego de la muerte de su esposo, víctima de la persecución estalinista y gran poeta, trabajaba, clandestina, en fábricas y pueblos perdidos. Su preocupación fundamental era recordar, con precisión, los poemas de Ossip. Lo narra en un libro excepcional llamado Contra toda esperanza. Contra toda esperanza, testimoniar, resistir, fundar. Encontrar los intersticios de la máquina mortífera y las posibilidades de salvarse y salvar. Eduardo Cagnolo, sobreviviente de El campito, cuenta que la detenida que repartía la comida quiso atenuar su desdicha con un regalo: le acercó un pequeño muñequito de miga de pan. Le contaron que lo hacía con cada recién llegado. Se llamaba María Adelaida Viñas y era la hija de un escritor extraordinario, David. Fue asesinada en Campo de Mayo. Florencia Lance, hija de un militar condenado por los vuelos de la muerte, cuenta sus cumpleaños infantiles en los quinchos del predio militar. Y lo que escuchó: a un compañero suyo, de séptimo grado, que le dijo que no iría a su fiesta porque la hacía en un lugar en el que mataban gente. Contra toda esperanza, le habrá dicho eso a la niña hija de un militar, pero al hacerlo le abrió camino. Contra toda esperanza, María Adelaida confortaba con sus regalitos, pero hay un sobreviviente que recuerda ese halo de luz. Contra toda esperanza, Julio López se esforzó en recordar y en dibujar, pero hoy mientras seguimos llorando su ausencia, Mariana pudo pensar de otro modo a su madre, Etchecolatz está preso y otra Mariana pudo desafiliarse y marchar el 24 de marzo.

María Pia López

 

El Campito y su reconstrucción virtual

Con el propósito de realizar un reconocimiento del estado de situación del ex Centro Clandestino de Detención El campito, y a los efectos de impulsar la señalización del mismo, el 21 de marzo un grupo de sobrevivientes y militantes, acompañados por autoridades y docentes de la UNGS ingresaron a la guarnición militar Campo de Mayo. La comitiva fue integrada también por personal de la Dirección Nacional de Sitios de Memoria, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. El recorrido incluyó además la identificación de lugares emblemáticos dentro de la guarnición que constituyeron espacios de operación de la represión ilegal, el secuestro, tortura y muerte de aproximadamente cinco mil personas. De este modo la señalización oficial que realizaría el Estado nacional implicaría además de El Campito, el Hospital Militar, la pista de aviación desde donde despegaron los vuelos de la muerte, Las Casitas y el penal militar.

En consonancia con esta visita y las acciones de preservación de los sitios de memoria, la UNGS llevó adelante una reconstrucción virtual, interactiva y en tres dimensiones de El campito, un espacio que no ha sido resguardado físicamente por la dictadura cívico militar debido a las tentativas de eliminar pruebas y garantizar la impunidad. La reconstrucción virtual del centro de detención se logró tras dos años de un arduo trabajo de investigación por parte de un equipo interdisciplinario de antropólogos, museólogos, sociólogos, diseñadores de imagen, programadores y estudiantes voluntarios. El proyecto se presentó y fue elegido en la edición 2015 del Presupuesto Participativo de la UNGS. A través de recursos de animación, fotografías y objetos de época y, fundamentalmente, del testimonio sonoro de las víctimas inserto en distintos puntos del recorrido, el dispositivo permite al usuario participar en forma digital de la realidad del campo clandestino, aprender y reflexionar sobre el rasgo más dramático de la historia argentina reciente.

Ver El Campito

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